Los quince: ¿tradición o moda?
En esta ocasión quisiera tratar un tema que en
los últimos tiempos no sé si se trata de una tradición o de una moda, a mi
entender casi enfermiza para los cubanos, se trata de la celebración de los
quince.
Si tenemos en cuenta que tradición es el conjunto de patrones culturales que una o varias generaciones hereda de las anteriores y, precisamente por
estimarlos valiosos, es que se trasmite a las siguientes. Entonces los 15
de estos tiempos no tienen que ver nada con los de generaciones anteriores.
Algo si queda en común, es la celebración más importante
de quienes llegan a tan bella edad, sin embargo el sacrificio de los padres va en
incremento pues la varilla para saltar rompe el 2 punto 45 del "Rey de las alturas" Javier Sotomayor.
Ya no solo se trata de todo lo que rodea esta inolvidable
celebración, como los vals con las quince parejas y el pago al coreógrafo, a la
maquillista, al fotógrafo que no solo hace fotos sino videos y hasta revistas
lo que ronda precios de 80, 120, 150, 200 y hasta 400 pesos convertibles (cuc
equivalente a usd) que incluye hasta el hospedaje de la familia con la
quinceañera cerca de los lugares donde será fotografiada, souvenir como
llaveros y afiches a tamaño natural.
Todo esto parecería normal si no
tuviéramos en cuenta que el promedio del salario del cubano anda entre los 15 y
20 cuc.
En estos momentos se está dando otro fenómeno que como
decimos en buen cubano me ha dejado “boquiabierta” y se trata de otras celebraciones como los mini-quince y los
pre-quinces, ahora resulta que se ha puesto de moda realizarles a las niñas de
cinco añitos una gran fiesta con fotos y modelitos de princesas, moños altos y
maquillaje, esa celebración se llama mini-quince.
Pero el asunto no termina ahí, también están los
pre-quince que se realizan a los 10 años, con el montaje de un espectáculo
parecido, pero donde la inocencia de las niñas se pierde en los exuberantes
vestidos, maquillaje, zapatos de tacón alto y fotos con miradas picaras,
incitando lo desconocido.
El argumento que
esgrimen muchos padres es: “quiero lo mejor para mi hija pues ella se merece lo
mejor, lo que yo no tuve”. Pero cabe preguntarse ¿Será esa opulencia lo mejor para
nuestros hijos?
Los quince siempre fueron festejos tradicionales, donde
primaba la naturalidad de las jóvenes y su presentación ante la sociedad, es
una edad donde existen muchos cambios físicos y psíquicos. Lo que más se
necesita es cariño y confianza por parte de nuestros padres, hay quien ve a su
hija una vez al año, pero quiere unos 15 para “tirar la puerta por la ventana”
como decimos los cubanos.
Lo más triste es que las escuelas se convierten en
convenciones donde se exhiben fotos y la comparación es inevitable por lo
tanto nuestras hijas exigen tener algo igual.
Entonces es cuando el sentido común nos llama a
reflexionar, y buscamos alguna manera para demostrarle a nuestra hija que la
adoramos a pesar de no poder celebrarle ni los mini-quince, ni los pre-quinces,
solo los verdaderos quince, los únicos, los auténticos y que tanto sacrificio
cuestan a muchos padres cubanos, a pesar de no estar a la altura de estos
tiempos.
Ahora también está de moda celebrarle los quince a los varones. Realmente no veo la necesidad pero ya sabemos que el cubano si no llega, se pasa.
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